"How shall the murdered man convince his assassin he will not haunt him?"
"¿Cómo convencerá el asesinado a su asesino de que no ha de aparecérsele?"
Con esta cita de Malcolm Lowry extraída de su trabajo Under the volcano,
Julio Cortázar parece plantearnos una paradoja. La clara inversión de los roles
entre víctima y verdugo hace que, de alguna manera, esta pregunta incurra en
cierta contradicción. Podría decirse, por tanto, que la transposición de los
elementos juega un papel determinante en la interpretación de este
capítulo.
Se nos muestra la imposibilidad por parte del asesino de conocer su suerte
tras quitarle la vida a otra persona, ya que su conocimiento no trasciende a la
verdadera intención de la víctima desde ultratumba. Se presenta así la figura
de un criminal que nunca podrá tener certeza de lo que le deparará el destino,
ni la seguridad de que la impunidad vaya a prevalecer sobre sus tan míseros y
reprobables actos.
Es también bastante simbólico el hecho de que se plantee la mera y remota
situación en la que el ser asesinado tenga que ser benevolente con su asesino y
no trate de inferirle miedo o temor, en un último y desesperado intento por
aferrarse a la vida, tal y como dictaría el sentido común. Podemos apreciar
cómo, en esta frase de doble sentido, las hipotéticas apariciones que podrían
perturbar e inquietar al asesino en un futuro parecen eclipsar la verdadera
tragedia, que es la muerte de un ser inocente.
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