“Horacio era exaltado,
llamado, concitado a la función del sacrificador lustral, y puesto que casi
nunca se alcanzaban porque en pleno diálogo eran tan distintos y andaban por
tan opuestas cosas (y eso ella lo sabía, lo comprendía muy bien), entonces la única
posibilidad de encuentro estaba en que Horacio la matara en el amor donde ella
podía conseguir encontrarse con él, en el cielo de los cuartos de hotel se
enfrentaban iguales y desnudos y allí podía consumarse la resurrección del
fénix después que él la hubiera estrangulado deliciosamente, dejándole caer un
hilo de baba en la boca abierta, mirándola extático como si empezara a
reconocerla, a hacerla de verdad suya, a traerla de su lado.”
En este capítulo, Cortázar nos relata de una manera muy
pictórica el primer encuentro de Horacio
y la Maga en un hotel , su romance erótico, entusiasta, tierno y agresivo a la
vez . Como podemos observar, Horacio es el hombre animal salvaje y obseso, que
trata a la Maga como una prostituta. Él tiene miedo a que la Maga pierda su
libertad por amarlo mucho, y que ella se concentre solo en él, tiene miedo a
que ella sacrifique su identidad por amor.
Bajo mi punto de vista, es un hombre que no está enamorado y que únicamente quiere de ella sexo eufórico y sin
amor.
Por otro lado, vemos que debido a esta situación, la Maga
está sin ganas de vivir. Ella está enamorada de Horacio, una de las
personas que se interesa por ella. Por
eso ella desea que la mate, y así poder salvarse de esa situación. Y la única
manera donde sabe que la puede matar es provocándolo en el acto sexual.
Sara Durán Ortega
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