En este breve relato Cortázar compara
la vida con los artículos literarios, sugiriendo (o al menos así lo
he interpretado yo) que existe un momento álgido y otro de
decadencia en la vida de todo ser humano. Al igual que ocurre con las
tendencias alcistas y bajistas en finanzas, un día puedes sentirte
eufórico y, al siguiente, hundirte en la más terrible tristeza.
Sería enriquecedor levantarnos un día
y ver una novela, depositada cuidadosamente al lado de nuestra
almohada, donde se describiese con precisión cada uno de los
momentos que hemos vivido. Sería como empezar a leer nuestra propia
historia, reviviríamos todos esos momentos que olvidamos con el paso
del tiempo y que no vuelven a nuestra memoria hasta que un
determinado acontecimiento, unas palabras o un fotografía,
desencadenan su recuerdo.
Desde luego, sería nuestro libro
preferido, lo sería sin ni siquiera comenzar a leerlo porque
reflejaría lo que somos en este preciso momento y lo que hemos
dejado de ser. Aunque lo más interesante sería, sin duda, que una
vez iniciado, no podríamos parar de leerlo porque volviendo al
capítulo primero, o al segundo, o al tercero podríamos volver a
sentir la emoción de abrir los regalos de navidad o releer tantas
veces como quisiésemos el momento más feliz de nuestras vidas.
Durante nuestra lectura, nuestro estado de ánimo ascendería y
caería en picado y, mientras tanto, nuestro cuerpo permanecería
inmóvil sentado en la cama, pasando con exaltación las páginas de
un libro que, definitivamente, sería nuestra obra de arte perfecta.
María José Antón.
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