martes, 7 de mayo de 2013

-Capítulo 5- DOS AMANTES EN PARÍS


“Horacio era exaltado, llamado, concitado a la función del sacrificador lustral, y puesto que casi nunca se alcanzaban porque en pleno diálogo eran tan distintos y andaban por tan opuestas cosas (y eso ella lo sabía, lo comprendía muy bien), entonces la única posibilidad de encuentro estaba en que Horacio la matara en el amor donde ella podía conseguir encontrarse con él, en el cielo de los cuartos de hotel se enfrentaban iguales y desnudos y allí podía consumarse la resurrección del fénix después que él la hubiera estrangulado deliciosamente, dejándole caer un hilo de baba en la boca abierta, mirándola extático como si empezara a reconocerla, a hacerla de verdad suya, a traerla de su lado.”

En este capítulo, Cortázar nos relata de una manera muy pictórica el primer encuentro de Horacio y la Maga en un hotel , su romance erótico, entusiasta, tierno y agresivo a la vez . Como podemos observar, Horacio es el hombre animal salvaje y obseso, que trata a la Maga como una prostituta. Él tiene miedo a que la Maga pierda su libertad por amarlo mucho, y que ella se concentre solo en él, tiene miedo a que ella sacrifique su identidad por amor.  Bajo mi punto de vista, es un hombre que no está enamorado y que  únicamente quiere de ella sexo eufórico y sin amor.

Por otro lado, vemos que debido a esta situación, la Maga está sin ganas de vivir. Ella está enamorada de Horacio, una de las personas  que se interesa por ella. Por eso ella desea que la mate, y así poder salvarse de esa situación. Y la única manera donde sabe que la puede matar es provocándolo en el acto sexual.





Sara Durán Ortega

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