jueves, 9 de mayo de 2013

Complejo de unidad peculiar


Se dice que somos polvo de estrellas. Átomos que se unen para formar vida. Células que conforman nuestra entidad, nuestra esencia. Sin embargo, todos tenemos momentos en los que nos sentimos extraños en nuestros cuerpos. 
Músculos, huesos y otros varios órganos, un poco de tejido epitelial para cubrir y ahí nos tiene. Eso somos. Pero no, yo no soy eso. No somos solo un grupo de células que sentimos cuando sobreviene el dolor. ¿Cómo vamos a ser solo algo que, en ocasiones, no sentimos como nuestro? Algo que en un momento nos resultó ajeno, misterioso y singular en sus reacciones, diferente y fascinante... Pero entonces, ¿qué somos? ¿La voz que habita en un rincón de nuestro cerebro y que tantísimas veces difiere de opinión con nuestro cuerpo? Ese discurso contradictorio también nos representa y pone voz a lo que queremos ser... 
Se encarga, además, de hacernos pensar qué somos, aunque no sepamos la respuesta, hasta producirnos dolor de cabeza. Y entonces sentimos nuestros cuerpos, que dejan de andar perdidos, ajenos a nuestra percepción. Todo está en relación a su forma, y es que quizá somos un complejo cuya unidad está en no tenerla.


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