lunes, 6 de mayo de 2013

Quai de la Mégisserie

El capítulo de Rayuela nos relata en primera persona a modo de recuerdo, aquellas tardes del mes de marzo en las que yo y ella íbamos a las tiendas de peceras que se encontraban en París, en  el Quai de la Mégisserie.

Entrabamos en todas las tiendas, olvidándonos de aquellos vendedores ambulantes o de las dueñas de las tiendas que nos gritaban por entrar y no comprar. Dentro de ellas veíamos todo tipo de peceras, desde grandes hasta pequeñas circulares y pegados al cristal observábamos las perfectas imágenes de todos los peces. Fue en ese momento cuando recordé aquella vez que leímos que los peces se entristecen cuando están solos, que ayuda ponerles un espejo en el cual se reflejan para simular la compañía de otro pez.
Pero esta perfecta imagen del pez libre que nada en sus aguas se rompe cuando vemos aquella hilera de excrementos que estos soltaban, situándolos dentro de la imperfección de las personas y utilizando aquella palabra que en aquel entonces tanto se solía emplear.



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