miércoles, 8 de mayo de 2013

Mandala (capítulo 93)

Hay cosas que tú eliges y cosas que te eligen a ti. Las últimas suelen ser más importantes, porque, como tal vez pensaría la Maga, son la mano del destino. Por eso andamos a veces en la vida como en un juego de niños, persiguiendo sueños desconocidos por inercia, encontrándonos inesperadamente en situaciones que no acabamos de comprender, como si recorriésemos los senderos de un mandala laberíntico sin saber a ciencia cierta qué aguarda tras la siguiente esquina…

Porque no se puede comprender lo que está lleno de contradicciones. Paradojas absurdas, como la fuerza que atrae y repele a dos espíritus opuestos o el ilógico empeño de los enamorados por traspasar la esencia del otro y apoderarse de ella, cuando, si en algún momento llegara a pertenecerles, su anhelo se desharía como una falsa ilusión.

Por suerte, no todo tiene que estar construido sobre razones y, de vez en cuando, sería positivo entender los sentimientos como una forma más de comprender la realidad. Aceptar lo que vivimos. Simplemente, sin temor a esa palabra...         


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