jueves, 9 de mayo de 2013

Rayuela, capítulo 93 

Ojalá fuera fácil poder encender y apagar la llama del amor, ojalá pudiéramos olvidar que sentimos. Dichosos aquellos seres que no sienten, que no sufren.
La vida es un constante sufrimiento, pero a su vez, cargada de destellos de luz y esperanza, de admiración y amor.
Qué sensación aquella de ver cargados los objetos rutinarios de amor, de recordar a esa persona estés donde estés. Porque somos personas, no podemos dejar nuestras alegrías y sufrimientos al otro lado.
¿Qué nos esconderá el mañana? Porque la incertidumbre es la razón de nuestro existir, de nuestra esencia. Porque en la vida y en el amor la locura es la sensatez.
Curioso es amar más que nunca justo cuando ya no está, cuando se esfumó sin decir nada; por ello, vivamos como si no hubiera un mañana.













Eva Rodríguez Jiménez

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